Con el transcurrir de los años voy avanzando en edad y, aunque no he avanzado tanto, es posible que sea por eso que a veces me cuesta discernir si mis recuerdos son reales o sólo sueños.
Recuerdo; o quizá sólo lo soñé; que el líder carismático, el preclaro estadista, el dirigente capaz, el administrador ejemplar, el POLÍTICO, era aquel que sabía rodearse de los mejores, que los motivaba para que diesen cada día el máximo de sí mismos, que se dejaba aconsejar por ellos, que los coordinaba y aglutinaba para formar un grupo cohesionado y poderoso, trabajando y desvelándose siempre al servicio de los administrados.
Y miro al gobierno y a la oposición, y veo hordas de mediocres y grises, que se acompañan de pandas aún más mediocres y más grises, desalojando de su vera a cualquiera que sea válido y pueda hacerles sombra poniendo en evidencia su incapacidad. Que sólo sueñan con hundirse y enraizar en la poltrona y se pelean con saña por mantenerla. Que se sirven de los administrados a los que esquilman, a los que toman por imbéciles pensando que se tragarán su verborrea indecente, a los que pretenden contentar con migajas improvisadas, a los que adulan unos días cada cuatro años...
Como digo, será que me voy haciendo mayor y se me está yendo la cabeza de forma acelerada, porque recuerdo; o quizá sólo lo soñe; que en esta país no hace mucho existió la POLÍTICA.
¿Democracia? No señores no, esto se ha transformado en Mediocrecracia.