En más de una ocasión he contado en el blog peripecias de una de mis sobrinas. Una niña "mú echá p'alante" con una vitalidad increíble, que empezó a botar como una pelota el día en que nació y seis años después ni ha parado ni da síntoma alguno de que vaya a hacerlo...
Hace unos quince días mi cuñada informó a su niña de que el fin de semana pasado tenían programado pasarlo fuera de Sevilla. Se lo pintó muy bonito. "¡Imagínate qué bien lo vas a pasar con papá, mamá, tu hermana y los primos!". Curiosamente, la niña se quedó con una cara más que seria, no le hizo ni la más mínima ilusión y dejó a su madre sin saber qué le pasaba...
En los días siguientes, cada vez que se hablaba de los planes del dichoso fin de semana, la niña se quedaba muda, sin reaccionar a los intentos de su madre de animarla y con una cara de resignación que parecía decir... "Si hay que ir, se va". Todo un misterio para una niña que disfruta como nadie jugando, corriendo y saltando...
Cuando apenas quedaban veinticuatro horas para la partida, seguía con la misma cara de resignación y su madre ya no pudo aguantar más...
- ¿Se puede saber qué te pasa a ti con el fin de semana que no te hace ninguna ilusión?
- Nada mami, nada...
- ¿Me quieres contar de una vez qué te pasa y por qué no quieres ir?
- Vale mami... Es que estoy "preocupadita" porque como habrá leones y eso, me da un "poquito" de miedo...
- ¿Cómo que habrá leones y eso, pero dónde crees que vamos?
- ¡Pues donde tú me dijiste... A la selva!
Mi cuñada no podía aguantar la risa...
- Así que era eso... No hija no. ¡Yo te dije; a la s-i-e-r-r-a!
Ella, que había estado dispuesta (a pesar de tener "un poquito de miedo") a ir a la "selva" si sus padres le decían que tenía que ir, se quedó bastante más tranquila cuando se enteró de que solo iba a la "sierra". De hecho, en todo el fin de semana no paró. Según llegaron a Almonaster la Real se asilvestró y cuando llamamos por teléfono su tía y yo para fecilitarle por su santo (que coincidía esos días) solo nos pudo atender veinte segundos con grandes voces porque estaba muy ocupada...
- Gracias titos... ¡Os dejo que voy a seguir viendo a los "cochinos"!
Y es que donde estaban comiendo también criaban cerdos... Pobres "cochinos", esos sí que tuvieron que pasar miedo...