viernes, 26 de marzo de 2010

¡En este bar no se habla de fútbol!

Mi relación con el que llaman "deporte rey" es más que curiosa y merece, en estos aciagos días de zozobra de mi equipo, una entrada en este blog...

¿Que cuál es mi equipo? Pues cual va a ser viviendo en Sevilla y siendo tan buena gente como soy. Je, je, je...

Aficionados admirando el magno escudo del Sevilla F.C. en su estadio

He de aclarar ante todo que el fútbol me gusta, pero no soy un exaltado. He ido al campo alguna vez, pero soy un aficionadillo de sofá... Y aunque pueda parecer increíble, hasta los treinta años no me gustaba nada el fútbol y no era capaz de tragarme un partido entero, excepto los de la selección en mundiales y/o europeos.

Y lo más sorprendente para muchos... ¿Quién me animó a ver los partidos de fútbol y a ir cogiéndoles el tranquillo? ¿Quién me explicaba las jugadas de estrategia y me enseñaba a criticarlas si no las veía bien? ¿Quién me metió el gusanillo del Sevilla F.C.? ¿Quién me ha llevado al campo las veces que he ido? ¿Quién es mi mejor guía en cuanto a opiniones futbolísticas se refiere?... ¡La dueña y señora de mi vida, ella es!

Y por esto soy envidiado por muchos hombres futboleros que no hacen sino pelear de forma continua con sus amantes esposas que están de fútbol hasta...

Ni siquiera siendo de Bilbao me gustaba el fútbol. Yo jugaba a baloncesto desde pequeño y, como a mi padre no le gusta ningún deporte, no me pegó ninguna afición y sólo me aficioné a aquel que practicaba. Seguía los resultados del Athletic Club con bastante indiferencia... Hasta que llegué a Sevilla.

Mi educación sevillista la inició mi suegro. Aún no me había casado, pero un sábado que estaba con mi dueña y señora en casa de sus padres, el que habría de ser mi suegro me llamó dede el salón...

- Hijo, vente a ver el fútbol conmigo.

Yo, enormemente respetuoso le contesté.

- No gracias, es que el fútbol no me gusta.

Él me miró con cara de sorpresa y sentenció...

- Hijo, siéntate conmigo que esto es más que fútbol... ¡Es el Sevilla!

Obediente, me senté a su vera y vi junto a él un Sevilla-Valencia que, evidentemente, ganó el Sevilla. Je, je, je.

Y me empecé a picar con el fútbol, con el Sevilla F.C. y con la eterna, pero sana, rivalidad con los aficionados de ese otro equipo que hay en la ciudad.
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Los dos lugares donde suelo tomar el té y la tostada de media mañana están regentados por sevillistas, que además, han venido disfrutando sobremanera, y con mucha guasa, de las desgracias de ese otro equipo que hay en la ciudad y de las caras de sus aficionados los lunes por la mañana...

Pero, desde hace un par de semanas, las tornas han cambiado... La inquietud que se ha extendido entre nosotros por los más que pobres resultados del Sevilla F.C. en Europa y en la liga, unidos a las expectativas de ascenso del otro equipo que hay en la ciudad, han llevado a los aficionados de ese último, como escuché el otro día a un parroquiano, a estar "platónicos" (supongo que quería decir pletóricos). Y a nosotros los sevillistas a sobrellevar chistes y comentarios a los que ya no estábamos acostumbrados.

Este miércoles, al ir a tomar el té y la tostada al lugar acostumbrado, me encontré un nuevo panorama... Cada aficionado de ese otro equipo que hay en la ciudad que quería iniciar entre chanzas y risas una conversación sobre los últimos resultados futbolísticos, era increpado a grandes voces por el dueño...

- ¿Es que no sabemos leer?

Señalando al tiempo, con grandes aspavientos, un nuevo cartel sobre la máquina de café...

"¡EN ESTE BAR NO SE HABLA DE FÚTBOL!"

La curiosidad del cartel radica en que, hasta el miércoles, este bar que dista cincuenta metros del Sánchez Pizjuán era uno de los lugares donde más se hablaba de fútbol de Sevilla y del Sevilla...

Mientras esperamos en silencio... ¡Ánimo sevillistas, que seguro que han de venir tiempos mejores! Je, je, je.