jueves, 18 de marzo de 2010

El examen...

Son las ocho y media de la mañana y estoy en la mesa del profesor de mi aula contemplando a las 37 personas que tengo delante, mis alumnos. Están en pleno examen de recuperación de Física desde hace media hora. El número puede parecer muy elevado, pero no quiere decir que hayan suspendido tantos, ni que los grupos a los que intento educar sean tan numerosos. He juntado en un aula a los que "no progresaron adecuadamente" en la evaluación (ante todo un lenguaje pedagógico porque estaría mal visto repetir por segunda vez lo de "suspendido") de dos grupos y, también, a los que quieren subir nota... ¡Huy, perdón! Quería decir "incrementar sus competencias y su grado de consecución de los objetivos específicos del área en esta etapa educativa".

Estoy feliz porque yo sí que he logrado mi primer objetivo... No volverme loco con los nombres y apellidos de mis alumnos al corregir los exámenes y pasar las calificaciones a las listas. Hasta ahora, en la hoja que les entrego con las preguntas (que tienen que devolver a modo de portada de las de sus respuestas), aparecían dos espacios punteados a rellenar, precedidos de lo que yo pensaba que eran pistas bastante evidentes para saber qué pretendía el profesor que pusieran en ellos...

Apellidos ..........
Nombre ..........

Como más del cincuenta por ciento (no es broma) de mis alumnos acababan apellidándose José o Javier o Elena... y llamándose García o Martínez o Pérez, esta vez he cambiado de estrategia. ¡Soy un genio! En ese espacio he puesto...

Nombre y Apellidos ..........

Me he dado una vuelta por las mesas y, esta vez, mis alumnos de segundo de bachillerato... ¡No han fallado!

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Uno se contempla el dedo miestras se mordisquea las uñas. Lleva así más de un cuarto de hora, y su bolígrafo lleva el mismo tiempo inmóvil sobre la mesa. Creo que la corrección de ese examen será rápida...

Otra lleva casi media hora haciéndose "chorizos" en el pelo con los dedos de la mano izquierda, mientras intenta escribir con la derecha... ¡Qué postura más rara!

Viene uno a mi mesa a decirme que no se ha dado cuenta hasta ahora (llevamos ya más de una hora de examen) de que hay unas "instrucciones", inmediatamente debajo de donde tiene que poner el nombre y apellidos, que dicen que está prohibido usar Tipp-ex o similar... Y ya tiene el examen lleno de chorretones blancos por todos lados.

Ya es la tercera vez que viene un alumno a que le explique cómo funciona su calculadora... No, no es un chiste. La calculadora es suya y ha venido tres veces a preguntarme cómo hacer las operaciones porque le están dando "números muy raros" y que va a ser porque no sabe usarla...

Otro se levanta y viene a preguntame si la frase del examen "el electrón se desplaza paralelamente a las corrientes y hacia arriba" significa "de verdad" que va "hacia arriba".

¡Estoy empezando a sopesar la posibilidad del suicidio!

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¡Viene otro distinto calculadora en mano hacia mi mesa! ¡No me lo puedo creer! Antes de que llegue lo mando a paseo... "¡A mí qué me cuentas, que la calculadora es tuya!".

Dos tórtolas se han unido al examen. Se han posado en el alfeizar de la ventana que tengo a mi derecha y miran hacia el interior con atención. ¡Qué manía les tengo a estos bichos!

Hora y media de examen... Para que ningún alumno se queje de que no le da tiempo he programado para dos horas algo que un alumno que haya estudiado debería resolver completo en menos de una... ¡Qué bueno soy!

Un alumno realiza giros imposibles con el cuello intentando ver el examen del que tiene detrás... ¡Parece la niña de El Exorcista! Le aviso. "Pepito, mira que te vas a romper las cervicales y eso dicen que duele mucho".

Otra que se acerca para decirme que "la intensidad me da 1,97 Amperios y me parece un número muy raro". No consigo saber qué entienden por "número raro".

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Ya solo quedan cinco minutos. Para estas alturas han entregado casi todos. Un rezagado mira al cielo esperando inspiración divina de última hora.

Menos mal que ya no se ha atrevido ninguno más a venir hacia mi mesa con su calculadora en ristre.

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¡Suena el timbre! Caras de desesperación en algunos, de derrota en otros... "¡Entreguen ya!"

Los de otras clases y los que habían acabado antes esperan a los últimos rezagados en el pasillo para compartir sus penas y sus desdichas... "¡Vaya examen difícil que nos ha puesto, tío!"... Será porque en el examen hay dos preguntas (de las cinco que tiene) idénticas a otras que puse en el examen anterior y que corregí yo mismo en la pizarra... Y porque los otros tres problemas se han hecho en clase como ejercicios de aula...

¡Ahora empieza mi calvario de verdad! ¡Hay que corregir esto!... ¡Que Dios me ayude!