No llegaba a los seis años. Vivía fascinado por los calendarios de taco, por las citas y textos que traían (y siguen trayendo) en la trasera de cada día. Experimentaba en ellos el disfrute de juntar letras para formar palabras, y juntando palabras entender qué me querían decir esos signos sobre el papel. Era el juego de la lectura tal como me lo enseñó mi hermana Rosa (fantástica profesora desde hace años).
Di la vuelta a una de esas hojitas y juntando letras leí... "La mentira es el refugio de los niños, de los tontos y de los malvados". Casi sorprendido me fui en busca de mi abuelo, imaginando con el candor que llena la mente de los niños que lo habría escrito él, que siempre decía... "Se puede perdonar todo, menos la mentira".
Gracias mil a mi hermanita por enseñarme a leer en esas infantiles "prácticas" de su tempranísima vocación. Me permitió descubrir la hojita de calendario que guardé, hasta que el tiempo la descompuso, en un rincón de mi mesilla. Gracias mil a mi abuelo por transmitirme sus valores, sólidos como el acero que se fraguaba en los Altos Hornos de Vizcaya donde él sudaba los jornales.
Cuarenta años después ya leo "de corrido" y ahora, el engaño, la trampa y la mentira en algo tan importante como los estudios en la Universidad de Sevilla no podrán ser inmediatamente sancionados, ni aunque se tenga constancia material. El caso deberá ser estudiado por una "comisión" que determinará si, a pesar de todo, el mentiroso malvado (no lo será por niño porque ya tendrá una edad, ni por tonto pues estará en la universidad) puede aprobar.
Para algunos habré sido un gilipollas, pero no he copiado en un examen en toda mi vida. Me hubiese muerto de la vergüenza de pagar con esa moneda a personas a las que tanto respeté siempre, como fueron mis profesores. Hoy siento una mezcla entre indignación y pesar. En la universidad, en el templo de la cultura, de la ciencia y, por tanto, de la verdad... ¡Ya vale todo!
No sé qué valores se quieren transmitir desde la magna institución educativa hispalense a los estudiantes y a la ciudad que la contempla como faro del saber, pero me parecen oscuros, sucios y viscosos como la mierda.