Yo suelo decir que el problema fundamental de las mujeres de mi familia, y también de las de mi familia política, es su grave carencia de personalidad... Lógicamente, lo digo con toda la ironía del mundo porque, como ya escribí en una entrada anterior, son acérrimas defensoras de las estructuras matriarcales y tienen una confianza en sí mismas a toda prueba.
Mi sobrina pequeña, que tiene cuatro años, sigue los pasos de sus antecesoras. Basta como ejemplo la última...
Ayer llegó a su casa comentando contentísima a su madre que se había apuntado al concurso de sevillanas que hay en su cole el próximo martes. Mi cuñada, muy extrañada, le dijo.
- Hija, solo hay un problema... Tú no sabes bailar sevillanas...
A lo que ella respondió convencida...
- Ya lo sé mami, pero de aquí al martes que viene aprendo...
¡Sí, señor! ¿Quién dijo miedo? ¡Esta niña promete!