miércoles, 6 de abril de 2011

Japón, más allá de las palabras...

Al hilo de la última entrada; en la que hacía una jocosa reflexión sobre el nefasto uso que hacemos de nuestro propio idioma; quería pasar por encima de esa limitación que supone el lenguaje para que todos los seres humanos podamos entendernos...

A pesar de que los grandes medios de comunicación no dedican ya los espacios de los primeros días a la tragedia de Japón, sigo empecinado en enterarme de todo lo que sucede día a día a ese gran pueblo y en llorar con ellos.

Aunque sigo con enorme interés el devenir de los acontecimientos en la "famosa" central nuclear; entre otras cosas porque mis alumnos me bombardean a diario con sus preguntas en nuestra clase de Física; eso no tiene nada que ver con lo que siento en lo más profundo de mi alma...

Miles y miles de muertos, miles de heridos, miles de desplazados... ¿Nos hemos olvidado ya de ellos? ¿Acaso porque quedan muy, muy lejos nos afectan menos? ¿Acaso porque no entenderíamos ninguna de sus palabras nos importan menos?

Me duele el alma más allá de las palabras... Me duelen esas personas humanas que viven un dolor tan enorme que no puedo imaginar... Debería decir que la cruda realidad es que en cuanto intento imaginarlo y ponerme en su lugar me entran temblores y pánico...

Una inmensa novela de Ernest Hemingway 'For Whom the Bell Tools' (título siempre mal traducido; ya que no es "Por quién doblan las campanas", sino "Por quién dobla la campana") esconde en su final un párrafo aún más inmenso si cabe... "Cuando oigas doblar la campana no preguntes por quién dobla... ¡Dobla por ti!". En él siempre se ha interpretado que el autor quería expresar que todo daño o dolor que sufre cualquier ser humano es de todos y cada uno de los seres humanos... ¡Siento en lo profundo de mi ser que es así!

Lo sentí y recordé cuando este fin de semana contemplaba estas fotografías mientras leía 'The New York Times'... Si acaso intentasen explicarme con palabras su dolor, seguro que no entendería nada de nada... Ni falta que haría porque el corazón entiende más allá de las palabras. Me dijeran lo que me dijesen no podría hacer otra cosa que abrazar, besar y acompañar...

¡El día en que su dolor deje de ser mi dolor, dejaré de ser humano! ¡El día en que su dolor me dé igual, estaré muerto! ¡No nos olvidemos del gran pueblo de Japón ni de los japoneses! ¡Yo no los olvidaré!