martes, 12 de octubre de 2010

Cuestión de prioridades...

Mi sobrinillo bilbaíno, que tiene seis años, sufrió el pobre un percance en días pasados. Se tropezó y se cayó todo lo largo que él es, hacia adelante, con tan mala suerte que se dio de boca contra el suelo y se rompió una de las paletas. Y sí que era mala suerte, porque la paleta no era de leche, sino uno de los dientes definitivos. Se la han arreglado y, por lo visto, ha quedado bien. Hoy en día los odontólogos lo arreglan casi todo y han podido con ese pequeño desaguisado.

Todo el mundo estaba muy extrañado porque cuando se cayó no hizo ademán alguno, aunque solo hubiese sido por puro instinto de auto-protección, de poner la manos para frenar la caída... No tenía ni un ligerísimo arañazo en las manos.

Como nadie conseguía explicarse tal comportamiento, ni tan siquiera el dentista que lo atendió de urgencia en primera instancia, lo mejor era preguntarle a él mismo...

- "¿Por qué no has puesto las manos al caerte?"

Él se quedó muy sorprendido por semejante pregunta, como si le hubiesen preguntado una tontería mayúscula. Con cara de inocente suficiencia, de esas que solo saben poner los niños, contestó con absoluta convicción...

- "¡Pues, porque estaba sujetando el bocadillo!"

Al final, sí que había actuado por instinto de auto-protección...

¡Todo es cuestión de prioridades...!